Oraciones mudas y sillas vacías
El día se presentaba despejado, no hacía frío y teníamos toda una tarde por delante, pero ya sabíamos a dónde íbamos a dirigirnos. Era un núcleo reducido que antaño había sido habitado por obreros para la finca. Un lugar edificado a principios del siglo pasado. Parece mentira que allí hubiesen vivido más de 150 personas abastecidas por la electricidad que generaba el molino, con servicios tales como depósito, escuela o correo. Llegamos por la tarde, bastante decididos a fotografiar la peculiar iglesia, de un estilo único en toda la zona, pero también la soledad que la rodeaba, el silencio de sus oraciones, la oscuridad de las velas sagradas apagadas para siempre. Nos bajamos de los coches, cámara en ristre y no desperdiciamos mucho tiempo en preparar los equipos porque tenemos una suerte de ángel de la guardia un poco gamberro. Se las ingenia para que comience a faltar luz en muy poco tiempo. Así que a sabiendas de su mala leche, nos pusimos en camino para recorrer casa por casa lo ...